lunes, 18 de octubre de 2010

La Nevada

En esta ciudad pasan cosas, cosas que deben ser contadas. A veces hay rumores. Murmura la lluvia que cae sobre la hierba fresca y murmuran las abejas en las flores. ¿De qué hablan las gaviotas a la orilla del mar? Yo os lo diré. Hablan de una nevada que cayó una vez, un mes de abril, una nevada que cayó sobre… una niña.
Era hacia la hora del atardecer lila, rojo, verde y amarillo cuando Greta y su abuela Conchi terminaron de recoger las fresas del huerto que habían plantado el pasado invierno. Como Greta había pasado horas hablándole a las plantas, haciéndoles compañía y regándolas con mucho amor, cada fresa tenía el tamaño de una manzana y llenaban la casa con un estupendo olor.
- Greta, pirriquita, alcánzame la harina que vamos a preparar una tarta para cuando vuelvan tus padres-, le dijo la abuela Conchi.
Nada le gustaba más a Greta que cocinar con su abuela. Sartenes y ollas chocando, tenedores batiendo, la campana del horno, plin! Mucho ruido dulce, ruido de gloria, del que te hace feliz. Y es que su abuela Conchi siempre le hacía regalos de pura felicidad.
Greta pensaba en ella como en una maga asombrosa. Su abuela Conchi tenía los cabellos de oro y plata y solía tejer con ellos pañuelos de consuelo infinito para Greta; son pañuelos con un don. No te da tiempo ni a ponerte triste, al primer suspiro, saltan del bolsillo para ahuyentar cualquier pena que se atreva a rondarte. Su abuela Conchi le contaba historias del pasado, del presente y del futuro, y recordaba cosas que pocas personas solían recordar.
Cuando Greta fue a dejar la tarta en la ventana para que enfriara, vio a lo lejos una bola blanca y enorme que se acercaba rápidamente surcando el cielo hacia su casa. Salió al jardín para verla más de cerca. La bola viajaba a tal velocidad que en pocos segundos la tenía suspendida sobre su cabeza, a varios metros de altura. De pronto, estalló en mil pedazos, haciendo el ruido de mil campanitas del cristal más fino; y comenzó a nevar. Greta miraba hacia arriba, boquiabierta ante semejante espectáculo, pues sólo nevaba sobre ella. El resto del cielo seguía plagado de las estrellas tempranas del anochecer. Cuando los primero copos fueron a tocar su frente, se dio cuenta de que no era nieve; eran jazmines, jazmines de un blanco deslumbrante y un perfume dulce y muy intenso. Greta reía contenta y dejaba que las flores le acariciaran la cara y se le enredaran en el pelo. Su abuela, que la miraba desde la puerta sonreía. Greta le dijo:
- Abuela, ¡qué hermoso! ¿Qué es?
- Es un regalo, pirrica-, le dijo, - un regalo del que alguna vez han hablado las leyendas, pero poca gente ha tenido ocasión de ver, y mucho menos de recibir. Es para ti, mi amor. La naturaleza regala su belleza delicada a los espíritus que cuidan de ella. Es parte de su ceremonia de nombramiento. Enhorabuena, eres oficialmente un hada de flor, el hada del jazmín.
Y otras hadas llegaron de lejos para dar a Greta la bienvenida. Y juntas cuidaron con esmero del mundo verde. O eso dicen por ahí. Oí rumores junto al río y algo susurraba el viento entre las espigas del trigo.


LA REALIDAD TRAS LA FICCIÓN

No sólo la abuela Conchi es una estupenda cocinera capaz de hacer que se te salten las lágrimas de alegría al ver sus guisos, sino que es la mejor abuela que yo podría haber deseado para mis hijos. No conozca a nadie capaz de cantarte canciones infantiles o de contar tantos cuentos que creías perdidos en la memoria del tiempo. Cuando juega con sus nietos, se funden las generaciones en un único momento eterno de felicidad.
Mari Conchi, mi hija está loca por hacer otra fiesta de pijamas contigo.

6 comentarios:

  1. Hola, Gema. Cada vez que te leo, me asombro de tu capacidad para imaginar escenarios para relatar historias llenas de amor y ternura. Supongo que tu hija Greta es una gran inspiración para ti y seguro que está muy orgullosa de su madre, al igual que lo estoy yo de haberte conocido, y eso que simplemente soy tu AMIGO ( Sí, con mayúsculas, porque me considero un buen AMIGO).
    En fin, me ha encantado el cuento.
    Creo que al final del periplo, cuando tengas tropecientos, podrías compilarlos y tenerlos todos juntos en forma de libro.
    Si te animas a hacerlo, yo quiero uno con dedicatoria.
    Recibe un beso enorme.
    Rampy

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  2. MI QUERIDA GEMA MUCHAS GRACIAS POR TUS CUENTOS Y POR HACERME PARTICIPE EN ELLOS ESTE DE HOY ES COMO SI ME HUBIESE SUAVISADO EL DOLOR QUE EN ESTOS MOMENTOS TENGO,GRACIAS Y OTRA VEZ GRACIAS POR SER MI FAMILIA Y POR SER COMO ERES SIEMPRE DOY GRACIAS POR LA SUERTE QUE HE TENIDO CON VOSOTROS Y POR DARME A MI PRINCESITA Y A MI ERIC QUE MEQUITAN TODAS LAS PENAS , GRACIAS UN BESO. CONCHI

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  3. Ayssss por favor, pero ke bonito!!! Y ke pechá de llorar, es ke te sales Gemita, ke suerte tienen nuestros niños, con una tia ke es capaz de convertir un día triste en uno lleno de magia!!!
    Leke: Gracias a tí por ser como eres y llenar de tanta felicidad a nuestros niños cada vez ke van a tu casa.

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  4. Lo he tenido que releer, ya os imagináis...que bonitooooooo! son los cuentos con más corazón que he leido.
    Y que abuela y que suerte de que nuestros peques la tengan y la disfruten tanto...
    mil besos

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  5. Precioso Ge....
    La verdad es que me ha transportado lejos de aqui, a vivir esa realidad con nuestra Gretina, que es tan bonita y saltarina que lo que le faltaba era volar... :)

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  6. Ya sabía de tu vocación pero no había leído ninguno. Seguro que tienes muchos esperando, empujándose unos a otros para salir el primero.

    Ya te traeré alguna historia de Samarcanda para que hagas protagonista a Greta.

    Besos.

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